lunes, 21 de abril de 2008

viernes, 18 de abril de 2008

Lina Scheynius

El amor siempre es una buena excusa para el arte, así como el sexo.



jueves, 10 de abril de 2008

Shikusutinain

Una roman-à-clé, ese tipo de novela que, tras una fachada de la más pura ficción, está describiendo la realidad. De una novela de este tipo trataremos hoy.

Japón es una nación que desde hace ya bastante tiempo me atrae en cierto modo, no sé si es culpa de sucedáneos de Dragon Ball Z como Naruto o Bleach, o tuvo algo que ver Sofía Coppola y su -para muchos aburrida- Lost in Translation, el caso es que me atrae el país del sol naciente sobremanera.

Cuando hace un par de meses en una estantería de la biblioteca leí "Ryu Murakami" me intrigó. Era un libro con pastas de color fucsia y un bonito número "69" impreso en su portada. Mi curiosidad morbosa me llevó a llevármelo y devorarlo.

Pero mis ansias por leer, quizá, una novela de tipo erótico, se vieron frustadas y la parte de mí que aún se deja sorprender, fue golpeada por el entusiasmo de haber descubierto un sucedáneo japonés de mi adoradísimo El Guardián entre el centeno de Salinger.

Un chaval de un instituto japonés, mitómano, megalómano y egocéntrico -con el que me identifico en un 99.9%- me abrió su corazón en las 200 breves páginas del autor nipón. Un ejemplas que no debéis de perderos. Divertidísimo y una guía didáctica sobre figuras de principio de los setenta y finales de los sesenta.

Portada de la 1ª edición inglesa.

¡Gozad, mitómanos del mundo!